Estoy muy, muy, muy agradecido de que todos ustedes respondieran a mi desesperado correo electrónico y me apuraran esa misma semana. El Dr. Fass descubrió, cuando me cortó, que mi vesícula biliar estaba casi gangrenada, una de las más infectadas que jamás había visto. Es muy posible que todos ustedes me hayan salvado de una situación mucho peor que los cálculos biliares.